Un disco sólo de piano: conoce el "Refugio" improvisado de Laura Arroyo | Revista MIP
Arroyo sorprende con un nuevo disco sólo de piano
Tras su primer EP titulado ‘Niebla’, un disco surgido del proceso de la pandemia y las incertidumbres generadas por la misma, Laura Arroyo nos ofrece un nuevo material surgido, también, de otras incertidumbres y crudezas. Si en el terreno político en Perú vivimos un escenario complejo, de crisis y de fracturas y grietas, este es precisamente el gatillo de “Refugio”, la guarida musical de Arroyo al regresar “magullada” -como ella afirma- del proceso electoral peruano del 2021. ¿A dónde regresa? Al refugio de las 88 teclas de su piano.
“Refugio” no es un disco de composiciones producto de experiencias concretas. Por el contrario, es un disco “que se ha escrito solo” pues alberga diez de la serie de veintiocho improvisaciones que Laura Arroyo soltó en el piano en la segunda mitad del año pasado.Improvisaciones sin otro filtro que la urgencia de resguardarse y cuya relación entre ellas se hace evidente al darle play a este disco.
“Aguas de altura” rememora el lago puneño, “insomnios de abril” la lluvia de un Cusco como destino final del viaje electoral, “toque de queda(te)” describe los tránsitos cómplices por una ciudad en aquel febrero de horas cortas, “escalas para decir adiós sin despedirse” como una especie de canción de cuna dedicada a las partidas y el deseo de no desarraigarse, “¿Dónde estoy?” como la obertura de un disco que, desde el inicio, nos habla de otro tipo de belleza. De la oscuridad vital y bella de las derrotas.
“Esta es la versión más natural de mí misma”, señala Arroyo.
Una versión desnuda y cruda donde las palabras no solo son prescindibles, sino insuficientes.
“Una comunicadora política sin palabras”
Remarca, como forma de recordarse a sí misma los límites de ciertos lenguajes para hacer frente a procesos profundos. Tal vez, sean los pentagramas, las grabaciones caseras en su celular como notas de audio o vídeos sin flash y la regrabación fiel a las improvisaciones iniciales, lo que hace de este “Refugio” un espacio además de seguro, puro.
Este es un disco donde no escuchamos una ejecución impecable sino, por el contrario, un piano imperfecto, una ejecución honesta, un temblor de muñecas y yemas de los dedos. Un dolor en cada grave altisonante y ruidoso. Una disonancia tras la utilización del pedal derecho. Una imperfección que desde su honestidad narra un país mejor que desde los discursos.
La audacia de una artista que sale de los cánones de lo esperado para mostrar otras coordenadas de arte posible. Algo que Arroyo disfruta de hacer en otros espacios y que hoy lo hace en ese piano del que es imposible separarla.
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