Todos los caminos nos llevan a Lima New Wave este 30 de abril en Yield Rock
Hay quienes ven en la tristeza un lugar del que escapar. Otros la reconocen como un hogar, un espacio compartido que, en lugar de consumir, sostiene. Lima New Wave ha edificado su historia sobre esa certeza: que hay quienes necesitan la noche no para esconderse, sino para reconocerse. El 30 de abril, ese pacto no escrito se reactiva. Yield Rock no será un escenario, sino una habitación sin ventanas donde se entra con la piel abierta y se sale con el pecho más quieto. Y este año, con Euroshima como banda central, todo lo que se sentirá será tan honesto que ni siquiera necesitará explicación.
Euroshima no regresa con el ego inflado ni con urgencia de justificar su legado. Lo suyo ha sido siempre mantenerse al margen sin pedir permiso. Si en los ochenta prendieron fuego al asfalto gótico de Argentina con su carga sintética, grave y elegante, hoy regresan para dejar claro que la herida que abrieron no cerró. Vienen con canciones nuevas, sí, pero lo que realmente traen es un pulso que se niega a desaparecer: el de una música que no grita, pero tampoco se apaga. En Lima, su público los espera no con la expectativa de lo nuevo, sino con la certeza de lo necesario.
Junto a ellos, Carlos Compson irá desplegando capas de sonido como quien abre una carta que nunca debió enviarse. Lo suyo no entra en moldes: puede sonar frágil y contundente en la misma línea. Voz Propia, en cambio, ya no necesita demostrar nada. Se paran sobre el escenario con la misma autoridad con la que alguien enciende un cigarro al borde del abismo. Cenizas sigue hurgando en la tensión entre lo que se dice y lo que se calla. Y Rose Inferni convierte cada acorde en un acto de fe hacia lo que no se entiende, pero igual duele. Al final, Dj Vamp Siniestro no pone música: convoca espíritus. Y los que estamos ahí, los escuchamos.
En estos tiempos en los que todo debe ser inmediato y fácil de compartir, Lima New Wave opta por lo contrario. No hay premura, no hay búsqueda de aceptación, no hay luces que ciegan. Hay oscuridad. Y en ella, un tipo de belleza que no se explica ni se vende: se vive. Este festival no se cuelga del trending topic: se sumerge en todo lo que el trending evita. Por eso quienes llegan lo hacen en silencio, sin pancartas ni filtros, con la intención de tocar fondo no para quedarse ahí, sino para ver qué hay realmente al fondo.
Entradas a la venta a través de Joinnus.
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